Una de las adicciones que están
destruyendo muchas familias es la pornografía a través de la Internet. El sexo
on-line, el trabajo como actores y artistas porno, la prostitución son entre
otras causas las que hoy en día han
llevado a muchos hombres y mujeres a ser esclavos de esta industria.
El dinero que mueve la
pornografía en internes es muy elevado, por una escena se puede estar pagando
hasta $700 dólares y de ahí para
arriba dependiendo de la fama de quienes realizan este “trabajo.
¿Qué es pornografía?
Según la enciclopedia Sopena es:
«Tratado acerca de la prostitución. Carácter obsceno de obras literarias o
artísticas y demás descripciones de conducta sexual, en palabras, películas,
videos, etc.».
¿La pornografía es o no una
cuestión privada?
Hay muchas personas que
desaprueban la pornografía pero que no la combaten, convencidas de que es una
cuestión privada, producto de la libertad del hombre. Sin embargo, la
pornografía no es una cuestión privada porque tiene importantes consecuencias
sociales. El sentido común y la experiencia nos revelan que el ambiente que nos
rodea influye grandemente en la formación de nuestros gustos, opiniones, creencias
y acciones; ¿por qué hemos de creer que esta realidad es menos verdadera en
cuanto a la pornografía?
La pornografía no es una cuestión
privada porque ataca la dignidad de la persona humana y el derecho a la
intimidad de las relaciones sexuales pues hace de ellas un hecho público y
mercantil. Ataca el bien individual y el bien común de la sociedad, que se
encuentra en gran peligro cuando la degradación sexual y la violencia son
motivo de diversión.
¿Puede evitarse la pornografía?
Sí se puede evitar con educación,
formación, rechazo y protesta. Una propuesta por demás sencilla es comunicarse
constantemente a los teléfonos de los canales de televisión para protestar por
determinados anuncios, series, programas, etc., y abstenerse de asistir a los estudios
en los que la vulgaridad y el mal gusto están presentes. También pueden
mandarse protestas a los periódicos por anuncios que verdaderamente rebasan la
decencia o por artículos con los que no estemos de acuerdo.
¿Frenar la pornografía es atentar
contra la libertad de expresión?
El Vaticano, en su documento
sobre La pornografía y la violencia en los medios de comunicación recuerda que
«el legítimo derecho a la libertad de expresión y de información debe ser
respetado, pero también los derechos de los individuos, las familias la
sociedad a la privacidad, intimidad, pública decencia y protección a los
valores básicos» (SS, n. 21). En nombre de la «libertad de expresión» se ha
atropellado el derecho del hombre a preservar en su hogar un ambiente de decoro
y buena educación.
¿Cómo afecta la pornografía a la
familia?
Excluye la procreación. Trastorna
la relación de amor entre los esposos pues el sexo se convierte en un placer
personal. Glorifica la frecuencia, intensidad y longevidad de los poderes
sexuales. El sexo fuera del matrimonio es mucho más excitante por la alteración
química y la combinación de miedo, culpa y fantasía. Promueve la infidelidad,
el adulterio, la fornicación en todas sus manifestaciones, como el incesto, la
masturbación, la homosexualidad, la bestialidad, el sexo en grupos, el
sadomasoquismo, y el abuso de mujeres y niños.
¿Es cierto que la pornografía
causa adicción?
Lo que empieza como una simple
curiosidad puede llegar a ser obsesión realmente destructiva; la excitación
inicial rara vez es suficiente y se va exigiendo y necesitando material cada
vez más explícito y violento. La pornografía llega a ser más adictiva cuando se
empieza a temprana edad, y pueden citarse cuatro pasos que la describen: 1)
adicción a material que exacerba la lujuria; 2) exigencia de material más
explícito y violento; 3) aceptación cada vez más fácil de material brutal, y
una mayor insensibilidad, 4) impulso de actuar lo que se ve.
¿Qué otras consecuencias morales
trae consigo?
Ofende porque hace público y
mercantil lo que por instinto debe ser completamente privado e íntimo; abarata
el sexo, y el cuerpo humano queda reducido a sus genitales y borrada la
espléndida belleza plasmada por Dios. Degrada a la persona al convertirla
simplemente en un ser destinado al placer sexual. Destruye lo más legítimo que
tiene el ser humano: su propia estima.
¿Y físicamente hablando?
La pornografía altera la química
del cuerpo: libera nuestro «almacén de drogas», como la testosterona en los
hombres, la adrenalina y otras sustancias neuroquímicas; la adrenalina crea
adicción, sobre todo en las personas de actividades riesgosas. La combinación
de culpa, miedo y excitación sexual produce una euforia con un «nivel de
despegue» cercano al éxtasis. Esta euforia impide relaciones normales: nada de
amor, pues ninguna experiencia sexual normal será capaz de igualar las
experiencias anteriores vistas en la pornografía porque, si se ama y confía en
la persona con la que se tienen relaciones, se experimenta confianza y
desaparece el riesgo, la culpa, la vergüenza y todos esos sentimientos de
peligro que tanto excitan.
¿Puede recuperarse un adicto a la
pornografía?
La pornografía puede causar daños
irreparables en la mente, dañando el buen juicio y el control que todo ser
humano debe ejercer sobre sí mismo para no ser una bestia. La pornografía
promueve una fantasía destructiva y negativa que aísla de los demás, llegando a
ser una adicción especialmente solitaria. Debido a que la pornografía se
desempeña mejor en la imaginación, es allí donde a menudo permanece, causando
muchas veces impotencia, pues es muy difícil que la pareja responda en la forma
delirante que muestra una «buena» sesión pornográfica.
Fuente:
http://es.catholic.net/op/articulos/27341/cat/155/la-pornografia-en-preguntas-y-respuestas.html
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