martes, 31 de agosto de 2021

Mucho más que una violación de los Derechos Humanos. Desaparición forzada. NSI

La desaparición forzada se usa a menudo como estrategia para infundir el terror en los ciudadanos. La sensación de inseguridad que esa práctica genera no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su comunidad y al conjunto de la sociedad.


La desaparición forzada se ha convertido en un problema mundial que no afecta únicamente a una región concreta del mundo. Las desapariciones forzadas, que en su día fueron principalmente el producto de las dictaduras militares, pueden perpetrarse hoy día en situaciones complejas de conflicto interno, especialmente como método de represión política de los oponentes. Es motivo de especial preocupación:

  • el acoso de los defensores de los derechos humanos, los parientes de las víctimas, los testigos y los abogados que se ocupan de los casos de desaparición forzada;
  • el uso por los Estados de la lucha contra el terrorismo como excusa para el incumplimiento de sus obligaciones;
  • y la todavía generalizada impunidad por la práctica de la desaparición forzada.

Debe prestarse también especial atención a los grupos de personas especialmente vulnerables, como los niños y las personas con discapacidad.

Cientos de miles de personas han desaparecido durante conflictos o períodos de represión en al menos 85 países de todo el mundo.

¿A quién afecta?

A las propias víctimas

Las víctimas, muchas veces torturadas y siempre temerosas de perder la vida, y para los miembros de la familia, que no saben la suerte corrida por sus seres queridos y cuyas emociones oscilan entre la esperanza y la desesperación, cavilando y esperando, a veces durante años, noticias que acaso nunca lleguen. Las víctimas saben bien que sus familias desconocen su paradero y que son escasas las posibilidades de que alguien venga a ayudarlas. Al habérselas separado del ámbito protector de la ley y al haber "desaparecido" de la sociedad, se encuentran, de hecho, privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores.

Incluso si la muerte no es el desenlace final y tarde o temprano, terminada la pesadilla, quedan libres, las víctimas pueden sufrir durante largo tiempo las cicatrices físicas y psicológicas de esa forma de deshumanización y de la brutalidad y la tortura que con frecuencia la acompañan.

A los amigos y familiares de las víctimas

La familia y los amigos de las personas desaparecidas sufren una angustia mental lenta, ignorando si la víctima vive aún y, de ser así, dónde se encuentra recluida, en qué condiciones y cuál es su estado de salud. Además, conscientes de que ellos también están amenazados, saben que pueden correr la misma suerte y que el mero hecho de indagar la verdad tal vez les exponga a un peligro aún mayor.

La angustia de la familia se ve intensificada con frecuencia por las consecuencias materiales que tiene la desaparición. El desaparecido suele ser el principal sostén económico de la familia. También puede ser el único miembro de la familia capaz de cultivar el campo o administrar el negocio familiar. La conmoción emocional resulta pues agudizada por las privaciones materiales, agravadas a su vez por los gastos que hay que afrontar si los familiares deciden emprender la búsqueda. Además, no saben cuándo va a regresar, si es que regresa, el ser querido, lo que dificulta su adaptación a la nueva situación. En algunos casos, la legislación nacional puede hacer imposible recibir pensiones u otras ayudas si no existe un certificado de defunción. El resultado es a menudo la marginación económica y social.

Las graves privaciones económicas que a menudo acompañan a una desaparición afectan con más frecuencia a las mujeres, además, son las mujeres las que están más a menudo al frente de la lucha para solucionar las desapariciones de miembros de su familia. A ese título pueden sufrir intimidación, persecución y represalias. Cuando las mujeres son las víctimas de desapariciones, se hacen particularmente vulnerables a la violencia sexual y de otro tipo.

Los niños también pueden ser víctimas de las desapariciones, tanto directa como indirectamente. La desaparición de un niño contraviene claramente varias disposiciones de la Convención sobre los Derechos del Niño, incluso su derecho a una identidad personal. Privar al niño de uno de sus padres a causa de una desaparición es también violar gravemente sus derechos.

Comunidades

Las comunidades están directamente afectadas por la desaparición de sostén de la familia, y la degradación de la situación de las familias económica y su marginación social.

La desaparición forzada se ha usado a menudo como estrategia para infundir el terror en los ciudadanos. La sensación de inseguridad que esa práctica genera no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su comunidad y al conjunto de la sociedad.

 

Definición

Según la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, proclamada por la Asamblea General en su resolución 47/133, de 18 de diciembre de 1992, como conjunto de principios que deben ser aplicados por todos los Estados, se producen desapariciones forzadas siempre que:

«se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que estas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del Gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley.»

 

Una grave violación de los derechos humanos

Las víctimas de desapariciones, al haberlas separado del ámbito protector de la ley y al haber "desaparecido" de la sociedad, se encuentran, de hecho, privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores. Algunos de los derechos humanos que las desapariciones forzadas violan con regularidad son:

  • El derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica;
  • El derecho a la libertad y seguridad de la persona;;
  • El derecho a no ser sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes;
  • El derecho a la vida, en caso de muerte de la persona desaparecida;
  • El derecho a una identidad;
  • El derecho a un juicio imparcial y a las debidas garantías judiciales;
  • El derecho a un recurso efectivo, con reparación e indemnización;
  • El derecho a conocer la verdad sobre las circunstancias de la desaparición.

Las desapariciones también suponen en general una violación de diversos derechos de carácter económico, social y cultural, tanto para las víctimas, así como sus familias:

  • El derecho a la protección y a la asistencia a la familia;
  • El derecho a un nivel de vida adecuado;
  • El derecho a la salud;
  • El derecho a la educación.

Tanto el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que entró en vigor el 1 de julio de 2002, como la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 20 de diciembre de 2006, establecen que cuando, como parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido a cualquier población civil, se cometa una «desaparición forzada», ésta se calificará como un crimen contra la humanidad y, por tanto, no prescribirá. Se dará a las familias de las víctimas el derecho a obtener reparación y a exigir la verdad sobre la desaparición de sus seres queridos.

El origen del Día Internacional

El 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General, en virtud de la resolución A/RES/65/209, expresó su preocupación, en particular, por el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo, como los arrestos, las detenciones y los secuestros cuando son parte de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas, y por el creciente número de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e intimidación padecidos por testigos de desapariciones o familiares de personas que han desaparecido.

Asimismo, la resolución acoge con beneplácito la aprobación de la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas y decide declarar el 30 de agosto Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, que comenzó a observarse en 2011.

Urgente - Dos periodistas de Cali en inminente riesgo. NSI

#AlertaFLIP | La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) *otorgó medidas cautelares a los periodistas José Alberto Tejada y Jhonatan Buitago, de Canal 2 en Cali*, al considerar que se encuentran en situación de riesgo de daño irreparable. En la FLIP, valoramos positivamente esta decisión y exigimos al Estado que cumpla a cabalidad las solicitudes.
En la resolución, la CIDH le solicitó al Estado colombiano que adopte las medidas necesarias para proteger los derechos a la vida, integridad personal y libertad de expresión de los periodistas. Además, la Comisión destaca que la Fiscalía General no cuenta con avances sustantivos en investigación, judicialización y sanción de los responsables.
 https://twitter.com/FLIP_org/status/1432778727059075074?s=19
Aquí está la *resolución 69/2021* con los hechos y las consideraciones de la CIDH frente a este caso.  https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/mc/2021/res_69-21_mc_512-21_co_es.pdf

Mensaje liberador de Monseñor Proaño

Por: Monseñor Víctor Corral Mantilla
Para que haya mensaje es necesa￾rio que alguien lo transmita y para que sea liberador es necesario que el que recibe el mensaje se dé cuenta de sus esclavitudes, y se comprome￾ta a ser libre.
Una premisa necesaria, para comprender todo lo que dijo Monseñor Proaño, es entender que su mensaje liberador no es otro que el del Evan￾gelio de Jesucristo. Así, él lo entendió, vivió y proyectó en toda su existencia. No necesitó de ideología, de partido político, de medios poderosos.
Pero fueron los pobres y los indí￾genas, los que no sólo recibieron el Evangelio que él les llevaba, sino que, a su vez, ellos le evangelizaban: es de￾cir, le hicieron conocer, amar y se￾guir mejor a Jesucristo.
La fidelidad a los pobres y a la Palabra de Dios hicieron crecer su espiritualidad, fueron origen de su profetismo e iluminaron toda su praxis pastoral.
De su vida, pensamiento y de su praxis pastoral (...)
1. Monseñor Proaño fue un seguidor fiel de Jesucristo “Monseñor Proaño era un hom￾bre de fe, tenía ideas muy claras extraídas del Evangelio, al que tomaba
en serio de forma valiente cargando
con las consecuencias. Tal era la raíz
de la que surge su vida cotidiana y
las acciones en los momentos decisivos.
Creyó en un Dios cercano, movilizador, horizonte último de la vida, de la justicia, del amor y la verdad.
De ese Dios nos hablaba en sus ho￾milías, en su oración frecuente y larga, en sus celebraciones con las comunidades.
Creyó en Él a la manera de Jesús:
creer en el Padre era, sobre todo, hacer real y efectiva la voluntad de Dios en las cosas cotidianas y en las cosas profundas de la vida. Era creer en la dignidad de hijos que Dios otorga al hombre, también a los pobres y marginados por eso fue un apasionado
defensor de la Vida, especialmente de
la vida de los pobres de la provincia de Chimborazo y del País, porque pensaba que la miseria toca el cora￾zón mismo de Dios, es la negación de su voluntad divina.
Por eso denunció el pecado, dijo que la miseria no es un destino natural de nosotros, sino el producto de estructuras injustas; es una ofensa a Dios porque es ofensa al hombre, al que da muerte y por eso es
mortal.
Dada su fe en el Dios de la vida, en el Dios del Éxodo, el pecado estructural era la más profunda contradicción con su fe y por ello no abandonó el ministerio profético;
por ello propició y luchó por soluciones justas a favor de los pobres, en especial los indígenas; creyó en un Dios sensible ante el clamor de los explotados, que· baja a liberarlos. Esa voluntad divina de liberación tenía que ser hecha eficaz. Esta es la razón
por la que estuvo del lado de los po￾bres, no por cálculo político sino ba￾sado en su fe en Dios liberador de los oprimidos.
Siendo un hombre de paz y a pesar de propiciar soluciones pacíficas, Monseñor Proaño aceptó por su fe, el misterio del conflicto que causa el pecado, y aceptó que ese pecado sólo puede ser superado mediante la lu￾cha contra él Por esa fe que busca la justicia asumió que los pobres, los de abajo, deben liberarse ellos mismos, como gestores de su propio destino. Arriba
están los dioses del capitalismo absolutizado y sus servidores: en cambio
al Dios de la liberación hay que en￾contrarlo abajo. Por esa su fe, Monseñor Proaño impulsó todos los movimientos justos del pueblo que lleven a su liberación, a la Nueva Sociedad de hombres nuevos, los hombres del Reino. 
Las federaciones de Cabildos, Cooperativas, federacio￾nes, barrios, organizaciones juveniles, sintieron el apoyo del Obispo. Creyó en el Dios de la Verdad, para ser libres y para tener la Verdad como arma de lucha exitosa, pues en su misma expresión conlleva la propia eficacia.
Monseñor Proaño creyó en el Dios de lo nuevo, no se asustó de la novedad de la historia, al contrario, hizo de esa novedad vehículo de su fe en Dios. Por eso, a nivel personal, supo crecer, cambiar y convertirse continuamente, para mostrar la verdadera humildad de los que creen en Dios. Vibraba siempre de manera nueva y distinta ante la experiencia de la fe y por eso comprendió de manera original su ministerio episcopal.
En su gestión como Obispo, muchos reconocen lo novedoso de su acción y de su teología.
Monseñor Proaño creyó en el Dios de los pobres. Ellos son el camino para creer en Dios, y ellos fueron sus maestros en la fe, él mimo confiesa que fue evangelizado por
los valores positivos que encontraba
en ellos; en “los crucificados de la historia”, en especial en los indíge￾nas”. (Cf. Mons. Proaño. Reflexiones sobre sus enseñanzas” P. Estuardo Gallegos)
La opción por lo pobres
Monseñor Proaño nació pobre, fue pobre y murió pobre, no por mala suerte, por destino o por desidia: su opción nace de la entraña misma del Evangelio, esto es de la Buena
Nueva de Jesucristo.
Su opción fue radical, porque no admitía claudicaciones, pero nunca sectaria; por eso quienes quisieron dividir o crear violencia entre los po￾bres de América Latina, quisieron utilizarlo, pero no lo consiguieron.
Por esta opción pudo comprender a los pobres, iniciar la inculturación del evangelio entre los indígenas y sacar la cara por ellos en todo momento.
Nunca se dejó comprar o halagar por los poderosos.
Durante su vida jamás acumuló y guardó para si algún bien. Nunca tuvo nada propio, todo supo compartir con los pobres: su vida, su tiempo, sus capacidades... y todo cuanto tenía a su alcance y a su disposición.
Los pobres acudían a él, individual y colectivamente, para pedir una ayuda, para compartir sus triste￾zas y sobre todo para demandar un consejo o recibir una fuerza orientadora para seguir luchando.
Nunca le oí hablar mal de los pobres e indígenas; quejarse de ellos; todo lo contrario, proclamó en todos los foros del mundo sus valores, capacidades y el Proyecto de Dios sobre ellos para liberar y salvar el mundo y construir el Reino.
No se preocupó de construir obras materiales, pero dedicó todo su tiempo a evangelizar a los pobres (en el verdadero sentido de la palabra) a concientizar y a organizarlos para que ellos mismos, dejando de ser objetos del sistema, construyan su dignidad.
Luchó fuertemente para que su Iglesia particular y la Iglesia Latinoa￾mericana y Universal sea pobre, se identifique con los pobres y sea seguidora de Jesucristo pobre.
El mismo en el libro, “Creo en el hombre y la Comunidad”, que es una especie de autobiografía dice: “Ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegó a formar parte de mi propia existencia.
Por esto he dicho que no he querido nunca ser traidor a los pobres...”.
“Si antes dije que la pobreza es un
don y que ese don tiene un senti￾do cuando viene acompañando del mensaje del evangelio, ahora digo que también la amistad de los pobres es un don y que tam￾bién este don viene acompañando de un mensaje”.

¿Qué dice la Iglesia Católica sobre la cremación de los muertos?

El documento, titulado Ad resurgendum cum Christo (para resucitar con Cristo) indica que la practica preferente es sepultar el cuerpo del difunto, “porque esto muestra una mayor estima hacia el fallecido”.
“Sin embargo”, agrega la instrucción, “la cremación no está prohibida, ‘a menos que sea escogida por razones contrarias a la doctrina cristiana'”.

La Iglesia, basada en la creencia en la dignidad de la persona humana, incluyendo el cuerpo y la doctrina de la resurrección, muestra su preocupación por los restos cremados. La dignidad de la persona y su cuerpo tan importante que los cementerios católicos están especialmente bendecidos y reservados para este honor.

Por lo que la Iglesia no prohíbe la cremacion. “Pero la preferencia es que el cuerpo esté presente para la liturgia y que luego sea cremado. Aunque eso no siempre es posible”.

Con el fin de que se mantenga la oración por el difunto y no se lo olvide en la comunidad, "las cenizas del difunto deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente".

"Queda prohibida la conservación de las cenizas en el hogar, sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder ese permiso".
"Las cenizas no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación".

Gobierno colombiano llama a consultas a su embajador en EE. UU. y se pronuncia sobre declaraciones de congresistas estadounidenses

  El presidente Gustavo Petro anunció el llamado a consultas del embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña, tras la decisi...