El Alzheimer continúa siendo una de las enfermedades neurodegenerativas más desafiantes de la medicina moderna. Sin una cura definitiva y con tratamientos que solo alivian algunos síntomas, los avances científicos han generado expectativas en torno a un elemento poco común en este campo: el litio.
Un estudio de la Harvard Medical School mostró que dosis extremadamente bajas de este mineral lograron, en modelos animales, reducir el daño cerebral, revertir la pérdida de memoria y mejorar la plasticidad neuronal. A estos hallazgos se sumaron los resultados del Rush University Medical Center de Chicago, donde se compararon cerebros de personas con y sin deterioro cognitivo, observándose niveles diferentes de litio, lo que sugiere un vínculo con la protección neurológica.
De forma complementaria, investigadores de la Universidad de Cambridge analizaron a más de 29.000 pacientes mayores de 50 años y encontraron que quienes habían recibido tratamientos prolongados con litio presentaban un menor riesgo de desarrollar demencia.
Aunque todavía se trata de estudios preliminares y no existen fármacos aprobados basados en litio para el Alzheimer, la evidencia abre una línea de investigación prometedora. Los científicos coinciden en que este camino podría convertirse, en el futuro, en una alternativa real para ralentizar o prevenir la enfermedad.